… no querían comer papas?
Hoy en día, ningún alemán puede pensar en una vida sin papas fritas o “Kartoffelsalat” pero muchos desconocen que este ingrediente básico de la cocina “tradicional” alemana no se empezó a usar de manera popular hasta bien entrado el siglo XVIII.
La primera “Kartoffel”, también llamada “Erdapfel“, “Erdbirne“, “Grundbirne“ o “Tüffke”, llegó a Europa a principios del siglo XVII. En ese momento muchos prejuicios impidieron la expansión de su consumo en Centroeuropa. Por un lado, los tallos de de la planta producen “solanina”, una substancia que es tóxica y que se asociaba a la brujería (no se olviden de que esta época la despiadada quema de brujas de la Inquisición en Europa costó la vida a unos 50.000-100.00 “hechiceros” y mantuvo en vilo toda su vida al resto de paisanos). Por otro lado, las variedades de papas traídas de América ecuatorial requieren un mínimo de horas de oscuridad durante la noche para producir tubérculos, y estas condiciones no se producen durante el verano del centro y norte de Europa.
La historia de las papas dió un giro radical con el rey Federico el Grande de Prusia, quien reconoció su gran valor nutritivo así como las ventajas del cultivo de las nuevas variedades adaptadas a Europa. Cuenta la leyenda que Federico comenzó a servirlas en sus banquetes y a sembrarlas en sus palacios, haciéndo vigilar los huertos y despensas ostentosamente por soldados, aunque con la orden secreta de hacerse los locos si alguien se acercaba a „tomar prestado“ algún tubérculo. Por supuesto estas medidas despertaron la curiosidad de los campesinos de la zona que, deseosos de ser como el rey, hicieron alguna que otra „excursión“ (tambien secreta) a Palacio y empezaron a cultivar y consumir vorázmente papas. Esta historia no ha podido ni ser afirmada ni desmentida a través de fuentes históricas pero de lo que sí hay probada constancia es de que Federico hizo múltiples intentos para extender el consumo de la papa a través de quince decretos llamados “Kartoffelbefehl” o “Kartoffelerlass”, los cuales lograron incentivar el cultivo y el apetito por este alimento por toda Alemania.
Si vas a Berlín no te pierdas las “currywürst” con papas fritas y acércate al palacio de Sanssouci en Potsdam y homenajea al rey Federico dejando una papa sobre su tumba.
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